Arteterapia Gestalt para el bienestar integral de niños y adolescentes

Sesión Arteterapia
Sesión Arteterapia

Arteterapia Gestalt y Educación emocional. Significados, aplicaciones y beneficios en la salud integral de niños, niñas y adolescentes.

La Arteterapia Gestalt es una modalidad terapéutica que utiliza el arte y el proceso creativo como recursos para explorar y procesar las emociones, pensamientos y experiencias personales. Se basa en los principios de la psicoterapia Gestalt, que se centra en la conciencia del momento presente, en la toma de responsabilidad, en la superación de creencias limitantes, y en la integración de las diferentes partes del yo.

A través de la Arteterapia Gestalt, se consigue un medio seguro, respetuoso, no amenazante ni invasivo, para expresar aspectos o circunstancias de uno mismo/a que pueden ser difíciles de verbalizar, sobre todo cuando se trata de niños, niñas y adolescentes, que a veces ni siquiera tienen desarrollado un correcto lenguaje emocional, para comprenderse a si mismos/as y hacerse entender por los demás.

La Arteterapia Gestalt se convierte entonces en una excelente herramienta para facilitar el desarrollo de la conciencia emocional, y aprender a gestionar emociones y conflictos tanto internos como con el exterior. Concretamente de las siguientes formas:

  1. Expresión Creativa: A través del proceso creativo, los niños y niñas pueden expresar libremente sus emociones, pensamientos y experiencias de una manera no verbal. Pintar, dibujar, modelar con arcilla o crear collages son algunas de las formas en que pueden explorar su mundo interior y comunicar lo que sienten de una manera segura y creativa.

 

  1. Exploración de conflictos emocionales: Las arteterapeutas de esta corriente humanista trabajan con los niños/as para explorar su mundo interior, y el clima emocional en el que se mueven. De este modo se les facilita un vehículo para expresar y gestionar emociones a veces complejas como el miedo, la ira o la tristeza. A través del proceso creativo y la obra resultante, los chicos y chicas pueden comprenderse mejor a sí mismos y llegar a integrar aspectos ocultos de su personalidad, procesando sus sentimientos de una manera más completa.

 

  1. Desarrollo de habilidades de afrontamiento: Al trabajar a través de procesos y desafíos creativos con la exploración y utilización de materiales diversos, los niños/as y jóvenes pueden aprender estrategias de afrontamiento saludables para manejar el estrés, la ansiedad y otras emociones difíciles. Pueden descubrir nuevas formas de expresarse y de afrontar los desafíos de la vida de una manera constructiva.

 

  1. Aprendizaje de hábitos saludables para la salud mental y emocional. En la sesión de arteterapia, los niños pueden aprender técnicas de respiración, relajación, visualización creativa y mindfulness que pueden utilizar en su vida diaria para regular sus emociones y reducir el malestar que puedan estar sosteniendo en las dificultades propias de la vida cotidiana.

 

  1. Desarrollo de la autoestima: A través del proceso creativo y la obra resultante, los niños/as consiguen conectar con un sentido de logro y confianza en sí mismos/as, y aprenden a valorar su propia creatividad y originalidad, desarrollando aspectos personales como el sentido de identidad, el propósito, la perseverancia y la atención o concentración, entre otras cuestiones.

En resumen, la Arteterapia Gestalt es una poderosa herramienta para contribuir al bienestar integral y transmitir educación emocional a niños, niñas y adolescentes. Al combinar la psicoterapia Gestalt con el lenguaje artístico, esta modalidad terapéutica proporciona a los chicos/as un espacio seguro y creativo para poder explorar, incrementar su autoestima, comprender sus emociones y desarrollar habilidades de afrontamiento saludables,  lo que les ayuda a crecer y mantener una relación sana consigo mismos y con el mundo que les rodea.

Acompañar a tu hija o hijo adolescente

Claves para el bienestar emocional en la adolescencia

Se hace preguntas, cuestiona el mundo, se siente perdida, triste, no entendido, diferente y a la vez con necesidad de ser igual, de pertenecer, busca amigos, novios, novias, se enfada con papá o mamá, le cuesta aceptar las normas y los límites, hace de su habitación un castillo amurallado, pasa horas con el móvil pendiente de las redes sociales, no quiere nada contigo. Bienvenida/o a la adolescencia de tu hija, de tu hijo.

La adolescencia es una etapa muy significativa en el desarrollo de la persona que va transitando desde la niñez a la vida adulta. En ella construye su identidad, explora el mundo, emprende el camino del encuentro hacia un grupo de iguales, fuera de la unidad familiar y comienza a experimentar el ser miembro y partícipe de la comunidad.

¿Cómo podemos acompañar a nuestros chicos y chicas en esta nueva etapa, en esta aventura hacia la madurez?

  1. Aceptando el cambio. Somos seres en evolución. No nos quedamos fijados en una forma de ser, en gustos, aficiones, maneras de pensar o interpretar la realidad. La adolescencia es la etapa en donde más cambios significativos se producen en un corto periodo, relativamente, de tiempo. Estos cambios pueden traducirse en la imagen, en la forma de relacionarse con los demás, en la necesidad de pasar más tiempo fuera de casa o metido en la habitación, retirándose del contacto estrecho con la familia. Tengamos en cuenta que esta etapa es transitoria. El/la adolescente necesita separarse un poco de la unidad familiar para buscar su propia identidad y construir su ser adulto. Por ello es importante aceptarlo tal como es en el momento presente y aportarle…
  2. Seguridad y confianza. Seguridad de que pueden contar con su familia si os necesitan y seguridad en sentirse queridos, aun cuando puedan rebasar los límites y las normas. La confianza implica permitirles espacios de intimidad y libertad para salir, participar en actividades y encontrarse con sus amigos/as dentro de unos…
  3. Límites y normas de convivencia. La persona adulta en construcción que es este adolescente necesita saber que sus padres/madres o tutores legales, sus figuras principales de apego, están disponibles para él/ella. Dentro de un marco de confianza y libertad para explorar, necesita también contención, sostén y también normas y limites. Nos toca como educadores estar pendientes de sus movimientos y sus necesidades, negociando los límites (por ejemplo hora de llegada a casa el fin de semana, o reparto de tareas, o cuidado personal, recogida de habitación, horas de móvil o pantallas…). Esta negociación y esta fijación de límites puede ser algo pesada y enojosa. Quizás nos cueste más de una discusión. Sin embargo es una forma de cuidado. Cuidados hacia nosotros/as mismos como educadores y cuidado hacia la/el menor, que sigue necesitando nuestra guía, estructura y sostén.
  4. Transmitirles una visión positiva de la vida. La biofilia o sentimiento de entusiasmo por vivir, es fundamental para afrontar las crisis, los cambios y la búsqueda de la identidad. El/la joven adolescente necesita confiar en que la vida, por muy compleja que sea, es un lugar en donde puede encontrar apoyo y oportunidades, momentos para el disfrute, experiencias placenteras, encuentros con personas afines, y, lo que es muy importante, un sentido para ser, para estar, para vivir. Sin duda también la vida le brindará obstáculos y dificultades, momentos de crisis, pero estos periodos se pueden transitar, con nuestro acompañamiento amoroso, para convertirse en oportunidades de autoconocimiento, aprendizaje y madurez.
  5. Comprender. Una buena forma de comprender a otra persona es a través de la empatía, habilidad social que nos permite ponernos en el lugar del otro. En caso de nuestro hija/o adolescente podemos entenderle mejor si nos ponemos en contacto con el adolescente que fuimos. Recordar cómo éramos a su edad, qué hacíamos, qué era importante para nosotros, cuáles eran nuestras dificultades y frustraciones, qué necesitábamos… Aunque sin duda encontrarás algunas diferencias al hacer este ejercicio de remembranza, puede que te sorprendas al darte cuenta que en el fondo no es tan distinta tu adolescencia y la de tu hijo/a.
  6. Ofrecerles un modelo de comunicación asertiva. En esta etapa en la que entramos puede que nos encontremos con fricciones y conflictos en la convivencia y en los asuntos cotidianos. Para mantener una relación saludable es importante cuidar la comunicación, expresar cómo nos sentimos, saber gestionar los enfados, aprender a comunicar lo que necesitamos, y también expresar lo que nos molesta y lo que pedimos al otro. Encontrar momentos para la comunicación y para compartir tiempo de calidad e intimidad en familia es una forma de cuidar el vínculo parento-filial, además de desarrollar una buena educación emocional y aprender a gestionar emociones y conflictos. Cuanto antes incorporemos estas habilidades o competencias emocionales en el equipaje psico-afectivo de nuestro hijo/a antes le estaremos brindando recursos para la vida, para el bienestar, para construir relaciones saludables con su entorno.

¡Por último os deseo paciencia y confianza! ¡Mucho ánimo y ventura en este camino apasionante llamado adolescencia!

Mensajes de Halloween para la gestión emocional

Educación emocional en Halloween

 

¿Sabíais que Halloween no es una fiesta importada de Estados Unidos? En realidad el origen de esta festividad cuyo nombre deriva del inglés “All Hallow”s Eve” o “Víspera de todos los santos”, se sitúa en Irlanda, hace unos 3000 años, en los poblados celtas que habitaban algunas zonas de Europa. Ellos celebraban la fiesta de año nuevo conocida como “Samhaim” el 1 de noviembre, y su víspera se reunían para celebrar el festival de la cosecha y el final de la temporada de verano. Encendían hogueras y se disfrazaban para ahuyentar a los espíritus, pues Samhaim era una fiesta “liminal”, el umbral, la frontera entre dos mundos: el de los vivos y el de los muertos. Los celtas hacían ofrendas de comida y bebida para estar a bien con los espíritus y conseguir un año de abundancia y prosperidad.

Al igual que los celtas, otras culturas y pueblos en la antigüedad tenían creencias similares que sin duda han influido en el imaginario colectivo hasta hacer de Halloween la fiesta que es hoy en día. Por ejemplo los romanos creían en el “mundus patet”, o mundo abierto, haciendo referencia a un punto de la ciudad en donde se podía conectar con el mundo de los difuntos en determinados días del año, uno de ellos coincidente con principios de noviembre. Por su parte es bien conocida la celebración del día de difuntos o día de muertos en México. El origen de esta fiesta se remonta a más de 500 años y es el resultado de la fusión de creencias de la cultura prehispánica, de los antiguos indígenas, con la tradición católica. En esta festividad las personas se disfrazan de “catrinas” o esqueletos bien vestidos y maquillados, para recibir a sus seres queridos difuntos y hacerles sentir en casa. Les preparan altares y ofrendas como una manera de honrar su memoria. Todo este ritual lo plasmó muy bien Disney en su preciosa película “Coco”, que recomiendo especialmente si no la habéis visto.

Con todo esto quiero hacer una reflexión sobre cómo podemos vivir esta fiesta en la actualidad. Qué mensaje nos trae Halloween o el Dia de todos los santos o el día de difuntos. ¿Cómo transmitir a nuestros niños y niñas el significado y el valor que esconde esta festividad, celebrada de múltiples y coincidentes formas en muchos lugares del mundo?

Podría hablaros aquí de la importancia de sacar a los fantasmas a pasear, de sacar los miedos, mirarlos de frente, poder expresar lo que nos asusta tanto de nosotros mismos como del mundo que nos rodea. Quizás Halloween sea como un catalizador, un recurso para afrontar los miedos, hacerlos menos pesados, ridiculizarlos como si pudiéramos lanzar el hechizo “Ridikulus” de Harry Potter (para quien sea conocedor de la saga de películas y libros del famoso joven mago).

Pero si bien todo ello es cierto y podría dedicar este artículo a hablaros extensamente de la gestión del miedo, dejaré este asunto para otra ocasión, ya que de lo que quiero hablaros es de algo más incómodo, de un tema que muchas veces eludimos o ignoramos, cuando forma parte ineludible de nuestra vida. Halloween nos invita a mirar de frente a uno de nuestros mayores miedos: La muerte. La posibilidad de morirnos o de afrontar la muerte de nuestros seres queridos es un tema doloroso y en nuestras sociedades occidentales casi tabú. Sin embargo, justamente la lección que podemos aprender si, con valentía, miramos de frente esta realidad, es que la vida es perecedera, es mutable, cambiante y finita. No vivimos para siempre. Esta certeza nos puede ayudar a conectar más con la vida. A no tenerle miedo a la vida. Atrevernos a realizar tareas y actividades nuevas, aventurarnos en los senderos que la existencia nos ofrece para vivir con plenitud cada día, o al menos intentarlo. Si todo es impermanencia y cambio ¿Para qué me quedo yo durante años en una relación que no funciona o en un trabajo que no tiene nada que ver con quién soy? Transitando y gestionando el miedo a la muerte, podemos transformar nuestro miedo a la vida. Y aquí hay una gran enseñanza.

La segunda lección o mensaje que, se me ocurre, nos trae la Fiesta de todos los Santos, es acerca del dolor y la gestión del duelo por muerte de una persona querida. En nuestro país es costumbre el día 1 de noviembre visitar los cementerios y llevar flores a los difuntos. Esto nos habla de la memoria, del recuerdo, de honrar a nuestros ancestros. Nos habla de encarar el dolor de la ausencia. Y una vez más, nos pone de frente el sentido de la vida y de la muerte. Es de tal intimidad el poder conectar con el ser querido que se nos fue, genera tal sentimiento que se escapa a la palabra. Sin embargo, es importante poder hablar de ello de alguna manera. Recordar a nuestro abuelo, a nuestra madre, a aquella amiga que falleció joven. Recordarles y agradecerles, por lo que nos queda de ellos y ellas en lo que hoy somos, por lo que forma parte ya de nosotras. Recordar para aceptar que se fueron. Recordar y expresar para gestionar el dolor, para aceptar que existe la muerte, sí, y que seguimos vivos con esta ausencia.

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Educación emocional pre-adolescentes

Imagen de jiao tang

 

Imagen de jiao tang en Pixabay

Presentamos esta nueva propuesta de Educación emocional a través de recursos creativos para chicas y chicos de 11 a 14 años. Sin duda, la etapa previa a la adolescencia es un momento delicado al que conviene que prestemos atención. En estos años de transición, los seres humanos dejamos de ser niños/as, tampoco somos adultos/as, ni siquiera adolescentes plenamente. Es como una tierra de nadie, en la que se difuminan los límites de la identidad, comienza la separación natural de las figuras de apego principales y la persona siente la necesidad de pertenecer a un grupo de iguales.

En esta etapa los chicos y chicas necesitan herramientas básicas para conocerse, gestionar sus emociones y poder relacionarse con los/las demás de manera saludable.

Planteamos 4 talleres mensuales de 2 horas cada uno en los que abordaremos contenidos y recursos básicos de Inteligencia Emocional con el fin de mejorar la calidad de vida y la salud psico-afectiva de nuestros/as pre-adolescentes.

Para más información, aquí te dejo el siguiente video:

 

Bienestar emocional en vacaciones

Contemplar

Ahora que llegan las vacaciones de verano para tantos niños y niñas podríamos preguntarnos cómo ayudarles a descansar cuerpo y mente para recargar las pilas, además de seguir aprendiendo y creciendo ya que el curso escolar termina, pero la vida afortunadamente continúa.

Es muchas veces en los largos y calurosos veranos cuando el tiempo parece detenerse, que conseguimos contactar con otros ritmos y otras necesidades. En los días que corren se hace perentorio, casi urgente, levantar la cabeza de las pantallas y mirarnos de nuevo unos a otros, sin prisas, sin exigencia, sin tener que hacer nada en particular. Recuperar los largos paseos, las risas, los bailes y los juegos al aire libre.

Si podemos pasar más tiempo con nuestros niños/as, no hay mejor momento que el verano para ayudarles a conocer y gestionar sus emociones.

Dentro de la inteligencia emocional se encuentran las competencias para la vida y el bienestar. Entre otras cosas se incluye en estas competencias la capacidad para generar y/o disfrutar de experiencias placenteras. Esta aptitud nos conduce directamente a la vivencia del bienestar psicológico, emocional. Y uno de los caminos directos hacia el bienestar es encontrar un ritmo más lento, poder parar, disfrutar momentos de silencio mental, relajación y contemplación.

Qué importante me parece enseñar hoy que podemos estar sin hacer nada. Que no solo podemos sino que necesitamos a ratos parar y no hacer nada. Lo escribo y hasta me parece “políticamente incorrecto” porque hoy el valor del rendimiento, del hacer, conseguir, o tener, se ha sobredimensionado tanto que parece que si no estamos haciendo algo, estamos perdiendo el tiempo. Sin embargo el cerebro necesita “resetear” de tanta información, de tanto estímulo, y conectar con el aburrimiento a veces y con el vacío. Un vacío que, cuando lo sostienes lo trasciendes. Cuando te quedas en él, se puede transformar en un campo fértil de ideas nuevas, de propósitos, que, en el caso de los niños/as, a veces toman la forma de cuentos, juegos, canciones, bailes y sueños.

Se trata en definitiva, de conectar más con el hemisferio derecho del cerebro, relacionado con la imaginación, la fantasía, la intuición y la creatividad, y todo ello forma parte de la capacidad para generar experiencias de disfrute y placer, que son clave para sentir bienestar psicológico.

Una forma de poner en marcha a nuestro hemisferio derecho es la práctica de la contemplación. Contemplar no es solo ver ni solo mirar sino que va un poco más allá. Ver es percibir a través de nuestros ojos la realidad. Mirar comprende dirección, intención y atención a algo concreto. Contemplar es detenernos en la mirada de lo observado, sin prisa, sin metas, sin recompensas, pues el premio se encuentra en el proceso, no en el fin. Y la explicación nos la puede dar el significado, la etimología de esta palabra.

Parece ser que “contemplar” procede del latín “contemplari” y está compuesta del prefijo “con” (junto a) y “templum” que significa “templo” como “lugar sagrado para ver el cielo”. Cuando contemplamos y no solo miramos, estamos abriendo la puerta de la percepción y de nuestra mente a otra manera de relacionarnos con la realidad, que nos hace experimentar paz, calma y disfrute, ingredientes básicos del bienestar emocional. Y ese lugar en nuestro interior, en el que experimentamos esas emociones positivas es sin duda alguna el lugar sagrado desde el que vislumbrar el cielo.

Si podemos conseguir en nuestras vacaciones vivir a un ritmo más lento, pasar horas sin hacer nada, perdernos en la contemplación de una obra de arte, de paisajes, de seres vivos, del cielo que cambia a cada instante de forma y de color…, estaremos conectando con nosotros mismos a través de nuestros sentidos, estaremos permitiendo a nuestro cerebro formar nuevas conexiones neuronales y también estaremos enseñando a nuestras niñas/os como se alcanza el Bien-Estar, clave de la inteligencia emocional.

Cuento El rey y la rana en formato audio libro

Ilustración Yo soy el rey del cuento El rey y la rana

Próximamente encontrarás disponible en nuestra tienda virtual el cuento «El rey y la rana» de «Siete cuentos para crecer» esta vez en formato audio-libro, narrado con el complemento de efectos sonoros, música y las voces de actores de doblaje que dan vida a los personajes,  convirtiendo así la narración en una ficción sonora, divertida y emocionante.

Este cuento, que trata sobre la emoción del miedo, nos presenta la aventura de un rey león, fuerte y poderoso, que se enfrenta a su mayor temor ayudado por una pequeña rana detective. En formato audio-libro, la narración logra sumergirte de lleno en un entorno misterioso que, en el caso de los pequeños oyentes, consigue captar su atención de principio a fin.

Las ventajas que proporciona al público infantil la escucha de audio-libros se pueden resumir en:

  • Desarrollo de la imaginación y la creatividad.
  • Desarrollo de la capacidad de escucha
  • Mayor comprensión lectora
  • Aprendizaje de competencias lingüísticas
  • Adquisición del hábito lector (si acompañamos la audición del cuento con la lectura en formato físico).

A continuación, para ir «haciendo boca» te presentamos un pequeño avance del audio-cuento. Espero que lo disfrutes.

FORMAR PARTE

Formar parte

Formar parte, pertenecer, sentir que soy una más de entre un grupo de iguales, es una necesidad básica del ser humano. En la relación con otros me puedo ver como si me asomara a un espejo. Ver mi seguridad y mis certezas, también mis miedos y vulnerabilidad. Navegar en la incertidumbre y en el flujo de la vida es más fácil cuando voy acompañada.

Posiblemente la humanidad no haya vivido nunca un momento histórico en donde coexistan tantas paradojas. La mayor de ellas, a mi manera de ver, es cómo disponemos en teoría de tanta facilidad y posibilidades para conectar con los demás y comunicarnos (a nivel de transportes y tecnología), y a la vez cómo el individualismo, la tendencia a quedarnos en la zona de confort, y la falta a veces de compromiso y de autenticidad en las relaciones, nos conduce a la soledad y al aislamiento. La razón de fondo es el miedo.

¿Miedo a qué? Miedo a mostrarnos como somos, no sea que no gustemos. Miedo a comprometernos en una relación, no sea que nos fallen o que fallemos. Miedo a pedir lo que necesitamos no sea que no lo recibamos. Miedo a mostrar mi enfado no sea que el otro me muestre el suyo y se rompa la relación. Miedo a perder el control o a tener que negociar, o a afrontar un conflicto.

Demasiado miedo a veces ¿no es verdad? ¿Y qué hay detrás? ¿Cuál es el miedo mayor de la mayoría en esta “sociedad del bienestar”? El miedo mayor es sentir y tener que sostener el dolor propio o ajeno. Y lo que ocurre es que para no sentir dolor nos acorazamos y entonces ni sentimos dolor ni sentimos placer ni sentimos nada. Nos contamos a veces que no necesitamos nada, ni a nadie. Y en el colmo del absurdo podemos llegar a lo que está ocurriendo en otras sociedades en donde cada vez hay más personas que únicamente se relacionan con otras (a nivel afectivo o sexual) a través de la pantalla de un ordenador. En esta situación desde luego no ha ayudado nada, más bien al contrario, la complejidad de situaciones que hemos vivido y seguimos viviendo, a causa de la pandemia.

¿Qué podemos hacer? Os pregunto ¿qué pensáis? Mi opinión es que, ya que estamos aquí, no nos queda otra que intentar vivir. No sobrevivir. VIVIR.
Vivir, para un ser humano, es, estar en la vida en contacto, en relación consigo mismo y con los demás, afrontando el riesgo del dolor.

Os animo a buscar lugares y espacios en donde encontraros con iguales, en donde formar parte de… sea sinónimo de intimidad, respeto, confianza, escucha y creación colectiva (creación en sentido amplio, pues no hay mayor creación que la de la propia vida).
Para ello pongo mi granito de arena. Este año me comprometo con las mujeres en formar grupos en donde podamos trabajar temas que nos preocupen o que nos ocupen. Trabajaremos desde la fuerza que da el FORMAR PARTE.

Toda la info en el siguiente enlace:

https://forms.gle/saq9eLgz72fB5cYL6

La Arteterapia como terapia infantil

Grupo de mujeres cartel Jera

 

 

Imagen de wang0017 en Pixabay

«Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino». (Capítulo VIII Don Quijote de la Mancha).

¿Por qué funciona la Arteterapia como terapia infantil?

Ser niño o niña hoy día a veces no debe ser nada fácil. En realidad con frecuencia llega a ser una tarea compleja y repleta de dificultades, no solo a nivel emocional, sino también mental y físico. Nuestros chicos y chicas se encuentran inmersos en un sistema competitivo, consumista, exigente, en el que la apariencia y la imagen se han convertido en los nuevos amos del mundo.  La valía se mide en función al número de seguidores en redes; la excelencia en relación a la cantidad de conocimientos adquiridos en actividades extraescolares que eclipsan el tiempo libre disponible para el ocio, el disfrute, la vida en familia y también para poder no hacer nada. El aburrimiento parece haberse convertido en el peor acompañante.

Casos de acoso, separaciones familiares, absentismo, fracaso escolar, adicciones a las pantallas, estrés o ansiedad ante la saturación de actividades, son síntomas de fallos o fracturas en el sistema, que en ocasiones sin miramientos proyectamos en los niños, sobredimensionando las  conductas en detrimento de las causas u origen de las dificultades.

El comportamiento del niño es sólo un síntoma, no es el origen del problema, ni el problema en sí. La dificultad real estriba en el tipo de modelo socio-educativo y familiar en el que nos encontramos inmersos, en el paradigma en el que queremos que nuestros hijos e hijas entren como si fuera un zapato estrecho que solo se acomoda al pie con calzador.

De esta manera sobredimensionamos los síntomas (los comportamientos) y vemos, como Don Quijote, gigantes en lugar de molinos de viento.

Las conductas son como las aspas del molino que levantan vientos. El problema es la locura y ceguera, la inconsciencia, de quien ve gigantes a quienes aniquilar a través de diagnósticos o etiquetas (“este niño es hiperactivo, el otro tiene déficit de atención, el de más allá trastorno negativista desafiante…”) o a través de medicación. Es, como se suele decir, «matar moscas a cañonazos» cuando  con frecuencia la solución es mucho más sencilla.

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Planteo la necesidad de un cambio de paradigma en el sistema educativo, social y sanitario, en el que la vuelta a lo natural y sencillo sea el mapa que nos conduzca al tesoro de una generación de niños y niñas sanos y no solo altamente eficientes y adaptados.

Para ello, la Arteterapia, como disciplina que combina la expresión artística con el acompañamiento emocional, es un recurso de primera mano cuando se trata de poder expresar conflictos emocionales con un lenguaje alternativo al verbal, poniendo en juego recursos creativos y lúdicos. La música, las artes plásticas, la escucha y creación de cuentos o las artes escénicas se convierten en las herramientas de una terapeuta que deja de poner el foco en la conducta o consecuencias de lo disfuncional y pone la mirada en el origen, en la esencia de ser niño/a, en las necesidades esenciales de la infancia y en la parte sana de la persona que viene a consulta (cualidades, dones, capacidades, sueños o deseos y aptitudes).

De esta forma se desarrolla la inteligencia emocional vinculada al hemisferio derecho del cerebro, y se consiguen, entre otros, los siguientes beneficios:

    • Se mejora la autoestima.
    • Se minimizan los problemas de concentración.
    • Se reduce la irritabilidad.
    • Mejoran los síntomas de timidez ó vergüenza, y las dificultades en la expresión o comunicación.

 

Por ello, de manera natural y respetuosa (sin realizar diagnósticos ni poner etiquetas, sin tener que acudir a profesionales de la salud mental y sin tener que medicar al niño/a) se corrige la conducta, el/la menor se reequilibra y encuentra un sentido a su razón de ser.

Las sesiones de Arteterapia se desarrollan dentro de un encuadre de respeto, confidencialidad, libertad de expresión y creatividad. No se requiere ninguna aptitud artística por parte de la persona que acude a la consulta, pues el objetivo no es el aprendizaje de contenidos técnicos sobre las artes. La finalidad es terapéutica, y por ello se le brinda al niño/a un espacio y un tiempo sin exigencias, sin juicios, sin evaluaciones ni etiquetas, sin tener que rendir ni ser eficiente, sin tener que hacer algo concreto. En definitiva la Arteterapia funciona como terapia infantil porque al niño o a la niña se le permite Ser como tal.

Imagen de jiao tang en Pixabay

Para más información puedes acceder al siguiente enlace

 

NUEVA EDICIÓN TALLER MONSTRUOS EN EL ARMARIO

niño soñando con monstuos

niño soñando con monstuos

El jueves 29 de octubre ofrecemos una nueva edición de este taller monográfico dedicado al miedo en la infancia y destinado a madres, padres y educadores/as que quieran adquirir recursos creativos para ayudar a sus niñas y niños a superar y trascender sus miedos.

Hablaremos sobre el valor de los cuentos infantiles: cómo y qué tipo de cuentos podemos utilizar para gestionar los miedos, y ofreceremos algunas estrategias básicas para poderlas aplicar en la práctica con los niños/as.

Se acerca Halloween y parece que es obligado que nos gusten las historias de miedo y los monstruos. Sin embargo hay muchos niños que, lejos de parecerles atractivas las brujas y los fantasmas, siguen mirando debajo de su cama por la noche a ver si hay algo u alguien escondido.

El miedo muchas veces es irracional y camina por los raíles del tren de la fantasía, otras veces es tan real como el temor a que un virus nos enferme, a que alguien nos acose o  a no cumplir las exigencias del sistema escolar o las expectativas de nuestros seres queridos . Todos estos miedos se pueden afrontar con luz y con amor, y sobre todo con el lenguaje simbólico de los cuentos y las historias, que, como un faro en el inconsciente y en la oscuridad, nos alumbran y nos muestran modelos a seguir.

Las plazas (por motivos de seguridad -Protocolo COVID-) son muy limitadas. Para más información e inscripciones entrar en el siguiente enlace:

http://www.educarenemocion.com/taller-monstruos-armario

Cinco Claves Básicas para acompañar las emociones de los niños/as

Madre e hijo caminado por la playa
Imagen de Shanghai Stoneman en Pixabay
Imagen de Shanghai Stoneman en Pixabay

Hace unos días una amiga me pidió que me quedara un par de horas con su niña de tres años, de nombre J. Durante la primera hora leímos cuentos, pintamos con ceras de colores y cantamos alguna canción que otra. Todo iba sobre ruedas: la niña pareció encontrarse y encontrarse con gusto, relajada en mi compañía, a pesar de que sus dos principales figuras de apego (papá y mamá) no se encontraron en casa.

Sin embargo, suele suceder con los niños/as que esta calma y tranquilidad, este sosiego, en un santiamén a causa de cualquier incidente mínimo puede irse por completo al traste, ya que las emociones son pasajeras y los estados de ánimo también . Si a esto añadimos que además de transitorias posee una cualidad contagiosa , puede que en un momento nos encontremos adultos y niños en el centro de una vorágine de emociones, desde el asombro que causa el impacto de un evento, al miedo o pánico del niño, el llanto incontenible, o bien el enfado y la frustración porque la necesidad de reparación a veces no puede ser cubierta inmediatamente.

En este caso con J. ocurrió que al ir al baño se propinó un pequeño golpe en la mano. Os transcribo la escena tal como sucedió a partir del percance:

─J. (Con tono un poco contrariado) ─¡Me he dado aquí! (Señalando su mano)

─Carmen ─A ver… (Inspeccionando la zona con atención y viendo que no tenía ninguna herida o hematoma) ─Esto no es “ná”. No ha pasado nada.

─J. (Con tono de voz más alto) ─¡Me dueleee!

─Carmen (sintiéndose ya un poco nerviosa y pensando que a ver si la niña se había hecho algo y no lo estaba viendo) ─Pues yo no veo nada, a ver ¿Dónde es, aquí? ─(Acariciándole la manita, intentando aparentar tranquilidad)

─J. (Gritando) ─Me dueleee. ¡Ponme vitaminas!

─Carmen (en modo pánico, pensando “¿qué quiere decir “vitaminas” y dónde está el botiquín?”) ─¡No pasa nada, mira, no te has hecho nada!

─J. (Con tono rozando ya la histeria) ─¡Vitaminas! ¡Ponme las vitaminas!

En este momento cuando ya pensaba “todo está perdido”, de repente esa intuición o sabiduría profunda que en ocasiones emerge cuando la mente lógica enmudece, me hizo reaccionar proclamando a gritos más fuertes que los suyos:

─¡Pataclín, pataclán, con mis poderes mágicos te curarás! ─Realicé un teatral gesto con los brazos sobre su manita “herida” y terminé la mini función con un discurso triunfal: ¡Ya estás curada!

La niña me miró totalmente pasmada. Antes de que pudiera reaccionar, le susurré a modo de revelación: “Es que yo tengo poderes mágicos, pero no se lo digas a nadie, es un secreto”. ¡Shisst!

J. replicó imitando el susurro ─¿Poderes mágicos?─ Enseguida entablamos una pequeña charla en voz muy baja, sobre los efectos de la magia ─¿A que ya no te duele? ─Le pregunté.

La niña cambió la expresión de su rostro que se fue iluminando paulatinamente, pasando del asombro a la alegría. Al final se lanzó a darme un efusivo abrazo.

─¡Ya no me duele! Carmen ¡Ya no me duele!

Las dos nos reímos mucho, descargando la tensión de los momentos previos. Al poco rato a ella se le había olvidado el incidente y pudimos pasar a otra cosa.

¿Qué había ocurrido aquí? Está claro que aunque el golpe en la mano había sido real, a nivel físico no había provocado consecuencias; sin embargo la niña había relacionado ese pequeño impacto y el dolor consecuente con una necesidad emocional de reparación, de contacto y de ser cuidada por la persona que en ese momento estaba a cargo de la situación: yo.

Si yo hubiera seguido en mis “trece” de convencer a la niña de que no pasaba nada, que no se había hecho nada, y que no había que buscar medicinas para curarla, seguramente la situación se hubiera complicado mucho más.

Aunque no podemos dar recetas universales y absolutas para este tipo de situaciones, ya que cada niño y niña es como un pequeño universo con sus propias reglas, sí que podemos inferir algunas enseñanzas básicas de esta experiencia:

1.- Acompañar las emociones de otra persona (ya sea adulta o niña) significa darle valor y veracidad a su experiencia (lo entendamos nosotros desde nuestro punto de vista o no). En el caso de los niños puede ser que un dolor o un malestar, una queja o una incomodidad sean una llamada de atención. Y… ¿Para qué llamamos la atención los seres humanos? Para obtener atención. Obtener atención es conseguir que el otro nos mire, nos escuche, nos reconozca, sentir que al otro le importamos, en definitiva sentirnos cuidados, valiosos y amados.

2.- Las llamadas de atención son una manera de solicitar cariño ¿Cuánta atención necesitamos las personas, los niños y niñas concretamente, para sentirse queridos? Un profesor muy sabio que tuve de Psicoterapia Gestalt comentó un día en mi grupo que existen tres tipos de personas en el mundo:

A. Las personas que necesitan cariño.

B. Las personas que necesitan mucho cariño.

C. Las personas que necesitan cariño pero no saben que lo necesitan.

Esto quiere decir que el amor es una necesidad universal. Las niñas y niños necesitan el cariño que necesitan, lo cual se traduce en escucha, atención, cuidado y sostén. No significa sobreprotección del niño/a ni tampoco estar pendiente de cumplir todos sus deseos al momento, pues es una cualidad del amor el poner límites cuando es necesario para desarrollar poco a poco la tolerancia a la frustración.

3.- Las necesidades emocionales se cubren con inteligencia emocional, no con objetos, regalos o experiencias materiales. Dentro de las competencias emocionales básicas se encuentran las habilidades sociales y de comunicación: Saber escuchar; tener empatía (ponernos en el lugar del otro) y ser asertivos. La inteligencia emocional se encuentra estrechamente relacionada con la creatividad y el desarrollo del hemisferio derecho del cerebro que regula los procesos intuitivos.

4.- Tener empatía con el niño/a no significa contagiarnos de y confluir con su emoción, olvidándonos de nuestro centro y equilibrio, pues al final podemos acabar sintiendo  su mismo enfado, tristeza, miedo o frustración.  Desde estas emociones es muy difícil ver con claridad y acompañar con serenidad al otro. Cuando podemos conectar con una respuesta creativa ante una situación difícil es cuando estamos centrados/as en nosotros/as mismos, con la conciencia y confianza de que nosotros somos los adultos y vamos a encontrar la mejor solución posible.

5.- Utilizar el lenguaje metafórico, la imaginación y la fantasía es hablar en el “mismo idioma” que los niños/as. Muchas veces como adultos nos empeñamos en dar respuestas o explicaciones lógicas y racionales, con la esperanza de que nuestra niña o niño así va a comprender y a darle sentido a las vicisitudes cotidianas. Esto no es así. Los niños tienen necesidad de magia porque su cerebro aún no está preparado para las respuestas lógicas. La forma que nosotros tenemos de poder comunicarnos en ese lenguaje es recordar que una vez fuimos niños también, que esos niños que fuimos aún permanecen como parte esencial de quienes somos, dentro de nosotros. Contactar con nuestros niños interiores es la puerta más directa a la fantasía, la imaginación y la cercanía emocional con nuestros pequeños/as de hoy.

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