Mensajes de Halloween para la gestión emocional

Educación emocional en Halloween

 

¿Sabíais que Halloween no es una fiesta importada de Estados Unidos? En realidad el origen de esta festividad cuyo nombre deriva del inglés “All Hallow”s Eve” o “Víspera de todos los santos”, se sitúa en Irlanda, hace unos 3000 años, en los poblados celtas que habitaban algunas zonas de Europa. Ellos celebraban la fiesta de año nuevo conocida como “Samhaim” el 1 de noviembre, y su víspera se reunían para celebrar el festival de la cosecha y el final de la temporada de verano. Encendían hogueras y se disfrazaban para ahuyentar a los espíritus, pues Samhaim era una fiesta “liminal”, el umbral, la frontera entre dos mundos: el de los vivos y el de los muertos. Los celtas hacían ofrendas de comida y bebida para estar a bien con los espíritus y conseguir un año de abundancia y prosperidad.

Al igual que los celtas, otras culturas y pueblos en la antigüedad tenían creencias similares que sin duda han influido en el imaginario colectivo hasta hacer de Halloween la fiesta que es hoy en día. Por ejemplo los romanos creían en el “mundus patet”, o mundo abierto, haciendo referencia a un punto de la ciudad en donde se podía conectar con el mundo de los difuntos en determinados días del año, uno de ellos coincidente con principios de noviembre. Por su parte es bien conocida la celebración del día de difuntos o día de muertos en México. El origen de esta fiesta se remonta a más de 500 años y es el resultado de la fusión de creencias de la cultura prehispánica, de los antiguos indígenas, con la tradición católica. En esta festividad las personas se disfrazan de “catrinas” o esqueletos bien vestidos y maquillados, para recibir a sus seres queridos difuntos y hacerles sentir en casa. Les preparan altares y ofrendas como una manera de honrar su memoria. Todo este ritual lo plasmó muy bien Disney en su preciosa película “Coco”, que recomiendo especialmente si no la habéis visto.

Con todo esto quiero hacer una reflexión sobre cómo podemos vivir esta fiesta en la actualidad. Qué mensaje nos trae Halloween o el Dia de todos los santos o el día de difuntos. ¿Cómo transmitir a nuestros niños y niñas el significado y el valor que esconde esta festividad, celebrada de múltiples y coincidentes formas en muchos lugares del mundo?

Podría hablaros aquí de la importancia de sacar a los fantasmas a pasear, de sacar los miedos, mirarlos de frente, poder expresar lo que nos asusta tanto de nosotros mismos como del mundo que nos rodea. Quizás Halloween sea como un catalizador, un recurso para afrontar los miedos, hacerlos menos pesados, ridiculizarlos como si pudiéramos lanzar el hechizo “Ridikulus” de Harry Potter (para quien sea conocedor de la saga de películas y libros del famoso joven mago).

Pero si bien todo ello es cierto y podría dedicar este artículo a hablaros extensamente de la gestión del miedo, dejaré este asunto para otra ocasión, ya que de lo que quiero hablaros es de algo más incómodo, de un tema que muchas veces eludimos o ignoramos, cuando forma parte ineludible de nuestra vida. Halloween nos invita a mirar de frente a uno de nuestros mayores miedos: La muerte. La posibilidad de morirnos o de afrontar la muerte de nuestros seres queridos es un tema doloroso y en nuestras sociedades occidentales casi tabú. Sin embargo, justamente la lección que podemos aprender si, con valentía, miramos de frente esta realidad, es que la vida es perecedera, es mutable, cambiante y finita. No vivimos para siempre. Esta certeza nos puede ayudar a conectar más con la vida. A no tenerle miedo a la vida. Atrevernos a realizar tareas y actividades nuevas, aventurarnos en los senderos que la existencia nos ofrece para vivir con plenitud cada día, o al menos intentarlo. Si todo es impermanencia y cambio ¿Para qué me quedo yo durante años en una relación que no funciona o en un trabajo que no tiene nada que ver con quién soy? Transitando y gestionando el miedo a la muerte, podemos transformar nuestro miedo a la vida. Y aquí hay una gran enseñanza.

La segunda lección o mensaje que, se me ocurre, nos trae la Fiesta de todos los Santos, es acerca del dolor y la gestión del duelo por muerte de una persona querida. En nuestro país es costumbre el día 1 de noviembre visitar los cementerios y llevar flores a los difuntos. Esto nos habla de la memoria, del recuerdo, de honrar a nuestros ancestros. Nos habla de encarar el dolor de la ausencia. Y una vez más, nos pone de frente el sentido de la vida y de la muerte. Es de tal intimidad el poder conectar con el ser querido que se nos fue, genera tal sentimiento que se escapa a la palabra. Sin embargo, es importante poder hablar de ello de alguna manera. Recordar a nuestro abuelo, a nuestra madre, a aquella amiga que falleció joven. Recordarles y agradecerles, por lo que nos queda de ellos y ellas en lo que hoy somos, por lo que forma parte ya de nosotras. Recordar para aceptar que se fueron. Recordar y expresar para gestionar el dolor, para aceptar que existe la muerte, sí, y que seguimos vivos con esta ausencia.

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Educación emocional pre-adolescentes

Imagen de jiao tang

 

Imagen de jiao tang en Pixabay

Presentamos esta nueva propuesta de Educación emocional a través de recursos creativos para chicas y chicos de 11 a 14 años. Sin duda, la etapa previa a la adolescencia es un momento delicado al que conviene que prestemos atención. En estos años de transición, los seres humanos dejamos de ser niños/as, tampoco somos adultos/as, ni siquiera adolescentes plenamente. Es como una tierra de nadie, en la que se difuminan los límites de la identidad, comienza la separación natural de las figuras de apego principales y la persona siente la necesidad de pertenecer a un grupo de iguales.

En esta etapa los chicos y chicas necesitan herramientas básicas para conocerse, gestionar sus emociones y poder relacionarse con los/las demás de manera saludable.

Planteamos 4 talleres mensuales de 2 horas cada uno en los que abordaremos contenidos y recursos básicos de Inteligencia Emocional con el fin de mejorar la calidad de vida y la salud psico-afectiva de nuestros/as pre-adolescentes.

Para más información, aquí te dejo el siguiente video:

 

Bienestar emocional en vacaciones

Contemplar

Ahora que llegan las vacaciones de verano para tantos niños y niñas podríamos preguntarnos cómo ayudarles a descansar cuerpo y mente para recargar las pilas, además de seguir aprendiendo y creciendo ya que el curso escolar termina, pero la vida afortunadamente continúa.

Es muchas veces en los largos y calurosos veranos cuando el tiempo parece detenerse, que conseguimos contactar con otros ritmos y otras necesidades. En los días que corren se hace perentorio, casi urgente, levantar la cabeza de las pantallas y mirarnos de nuevo unos a otros, sin prisas, sin exigencia, sin tener que hacer nada en particular. Recuperar los largos paseos, las risas, los bailes y los juegos al aire libre.

Si podemos pasar más tiempo con nuestros niños/as, no hay mejor momento que el verano para ayudarles a conocer y gestionar sus emociones.

Dentro de la inteligencia emocional se encuentran las competencias para la vida y el bienestar. Entre otras cosas se incluye en estas competencias la capacidad para generar y/o disfrutar de experiencias placenteras. Esta aptitud nos conduce directamente a la vivencia del bienestar psicológico, emocional. Y uno de los caminos directos hacia el bienestar es encontrar un ritmo más lento, poder parar, disfrutar momentos de silencio mental, relajación y contemplación.

Qué importante me parece enseñar hoy que podemos estar sin hacer nada. Que no solo podemos sino que necesitamos a ratos parar y no hacer nada. Lo escribo y hasta me parece “políticamente incorrecto” porque hoy el valor del rendimiento, del hacer, conseguir, o tener, se ha sobredimensionado tanto que parece que si no estamos haciendo algo, estamos perdiendo el tiempo. Sin embargo el cerebro necesita “resetear” de tanta información, de tanto estímulo, y conectar con el aburrimiento a veces y con el vacío. Un vacío que, cuando lo sostienes lo trasciendes. Cuando te quedas en él, se puede transformar en un campo fértil de ideas nuevas, de propósitos, que, en el caso de los niños/as, a veces toman la forma de cuentos, juegos, canciones, bailes y sueños.

Se trata en definitiva, de conectar más con el hemisferio derecho del cerebro, relacionado con la imaginación, la fantasía, la intuición y la creatividad, y todo ello forma parte de la capacidad para generar experiencias de disfrute y placer, que son clave para sentir bienestar psicológico.

Una forma de poner en marcha a nuestro hemisferio derecho es la práctica de la contemplación. Contemplar no es solo ver ni solo mirar sino que va un poco más allá. Ver es percibir a través de nuestros ojos la realidad. Mirar comprende dirección, intención y atención a algo concreto. Contemplar es detenernos en la mirada de lo observado, sin prisa, sin metas, sin recompensas, pues el premio se encuentra en el proceso, no en el fin. Y la explicación nos la puede dar el significado, la etimología de esta palabra.

Parece ser que “contemplar” procede del latín “contemplari” y está compuesta del prefijo “con” (junto a) y “templum” que significa “templo” como “lugar sagrado para ver el cielo”. Cuando contemplamos y no solo miramos, estamos abriendo la puerta de la percepción y de nuestra mente a otra manera de relacionarnos con la realidad, que nos hace experimentar paz, calma y disfrute, ingredientes básicos del bienestar emocional. Y ese lugar en nuestro interior, en el que experimentamos esas emociones positivas es sin duda alguna el lugar sagrado desde el que vislumbrar el cielo.

Si podemos conseguir en nuestras vacaciones vivir a un ritmo más lento, pasar horas sin hacer nada, perdernos en la contemplación de una obra de arte, de paisajes, de seres vivos, del cielo que cambia a cada instante de forma y de color…, estaremos conectando con nosotros mismos a través de nuestros sentidos, estaremos permitiendo a nuestro cerebro formar nuevas conexiones neuronales y también estaremos enseñando a nuestras niñas/os como se alcanza el Bien-Estar, clave de la inteligencia emocional.

Cuento El rey y la rana en formato audio libro

Ilustración Yo soy el rey del cuento El rey y la rana

Próximamente encontrarás disponible en nuestra tienda virtual el cuento «El rey y la rana» de «Siete cuentos para crecer» esta vez en formato audio-libro, narrado con el complemento de efectos sonoros, música y las voces de actores de doblaje que dan vida a los personajes,  convirtiendo así la narración en una ficción sonora, divertida y emocionante.

Este cuento, que trata sobre la emoción del miedo, nos presenta la aventura de un rey león, fuerte y poderoso, que se enfrenta a su mayor temor ayudado por una pequeña rana detective. En formato audio-libro, la narración logra sumergirte de lleno en un entorno misterioso que, en el caso de los pequeños oyentes, consigue captar su atención de principio a fin.

Las ventajas que proporciona al público infantil la escucha de audio-libros se pueden resumir en:

  • Desarrollo de la imaginación y la creatividad.
  • Desarrollo de la capacidad de escucha
  • Mayor comprensión lectora
  • Aprendizaje de competencias lingüísticas
  • Adquisición del hábito lector (si acompañamos la audición del cuento con la lectura en formato físico).

A continuación, para ir «haciendo boca» te presentamos un pequeño avance del audio-cuento. Espero que lo disfrutes.

FORMAR PARTE

Formar parte

Formar parte, pertenecer, sentir que soy una más de entre un grupo de iguales, es una necesidad básica del ser humano. En la relación con otros me puedo ver como si me asomara a un espejo. Ver mi seguridad y mis certezas, también mis miedos y vulnerabilidad. Navegar en la incertidumbre y en el flujo de la vida es más fácil cuando voy acompañada.

Posiblemente la humanidad no haya vivido nunca un momento histórico en donde coexistan tantas paradojas. La mayor de ellas, a mi manera de ver, es cómo disponemos en teoría de tanta facilidad y posibilidades para conectar con los demás y comunicarnos (a nivel de transportes y tecnología), y a la vez cómo el individualismo, la tendencia a quedarnos en la zona de confort, y la falta a veces de compromiso y de autenticidad en las relaciones, nos conduce a la soledad y al aislamiento. La razón de fondo es el miedo.

¿Miedo a qué? Miedo a mostrarnos como somos, no sea que no gustemos. Miedo a comprometernos en una relación, no sea que nos fallen o que fallemos. Miedo a pedir lo que necesitamos no sea que no lo recibamos. Miedo a mostrar mi enfado no sea que el otro me muestre el suyo y se rompa la relación. Miedo a perder el control o a tener que negociar, o a afrontar un conflicto.

Demasiado miedo a veces ¿no es verdad? ¿Y qué hay detrás? ¿Cuál es el miedo mayor de la mayoría en esta “sociedad del bienestar”? El miedo mayor es sentir y tener que sostener el dolor propio o ajeno. Y lo que ocurre es que para no sentir dolor nos acorazamos y entonces ni sentimos dolor ni sentimos placer ni sentimos nada. Nos contamos a veces que no necesitamos nada, ni a nadie. Y en el colmo del absurdo podemos llegar a lo que está ocurriendo en otras sociedades en donde cada vez hay más personas que únicamente se relacionan con otras (a nivel afectivo o sexual) a través de la pantalla de un ordenador. En esta situación desde luego no ha ayudado nada, más bien al contrario, la complejidad de situaciones que hemos vivido y seguimos viviendo, a causa de la pandemia.

¿Qué podemos hacer? Os pregunto ¿qué pensáis? Mi opinión es que, ya que estamos aquí, no nos queda otra que intentar vivir. No sobrevivir. VIVIR.
Vivir, para un ser humano, es, estar en la vida en contacto, en relación consigo mismo y con los demás, afrontando el riesgo del dolor.

Os animo a buscar lugares y espacios en donde encontraros con iguales, en donde formar parte de… sea sinónimo de intimidad, respeto, confianza, escucha y creación colectiva (creación en sentido amplio, pues no hay mayor creación que la de la propia vida).
Para ello pongo mi granito de arena. Este año me comprometo con las mujeres en formar grupos en donde podamos trabajar temas que nos preocupen o que nos ocupen. Trabajaremos desde la fuerza que da el FORMAR PARTE.

Toda la info en el siguiente enlace:

https://forms.gle/saq9eLgz72fB5cYL6

La Arteterapia como terapia infantil

Grupo de mujeres cartel Jera

 

 

Imagen de wang0017 en Pixabay

«Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino». (Capítulo VIII Don Quijote de la Mancha).

¿Por qué funciona la Arteterapia como terapia infantil?

Ser niño o niña hoy día a veces no debe ser nada fácil. En realidad con frecuencia llega a ser una tarea compleja y repleta de dificultades, no solo a nivel emocional, sino también mental y físico. Nuestros chicos y chicas se encuentran inmersos en un sistema competitivo, consumista, exigente, en el que la apariencia y la imagen se han convertido en los nuevos amos del mundo.  La valía se mide en función al número de seguidores en redes; la excelencia en relación a la cantidad de conocimientos adquiridos en actividades extraescolares que eclipsan el tiempo libre disponible para el ocio, el disfrute, la vida en familia y también para poder no hacer nada. El aburrimiento parece haberse convertido en el peor acompañante.

Casos de acoso, separaciones familiares, absentismo, fracaso escolar, adicciones a las pantallas, estrés o ansiedad ante la saturación de actividades, son síntomas de fallos o fracturas en el sistema, que en ocasiones sin miramientos proyectamos en los niños, sobredimensionando las  conductas en detrimento de las causas u origen de las dificultades.

El comportamiento del niño es sólo un síntoma, no es el origen del problema, ni el problema en sí. La dificultad real estriba en el tipo de modelo socio-educativo y familiar en el que nos encontramos inmersos, en el paradigma en el que queremos que nuestros hijos e hijas entren como si fuera un zapato estrecho que solo se acomoda al pie con calzador.

De esta manera sobredimensionamos los síntomas (los comportamientos) y vemos, como Don Quijote, gigantes en lugar de molinos de viento.

Las conductas son como las aspas del molino que levantan vientos. El problema es la locura y ceguera, la inconsciencia, de quien ve gigantes a quienes aniquilar a través de diagnósticos o etiquetas (“este niño es hiperactivo, el otro tiene déficit de atención, el de más allá trastorno negativista desafiante…”) o a través de medicación. Es, como se suele decir, «matar moscas a cañonazos» cuando  con frecuencia la solución es mucho más sencilla.

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Planteo la necesidad de un cambio de paradigma en el sistema educativo, social y sanitario, en el que la vuelta a lo natural y sencillo sea el mapa que nos conduzca al tesoro de una generación de niños y niñas sanos y no solo altamente eficientes y adaptados.

Para ello, la Arteterapia, como disciplina que combina la expresión artística con el acompañamiento emocional, es un recurso de primera mano cuando se trata de poder expresar conflictos emocionales con un lenguaje alternativo al verbal, poniendo en juego recursos creativos y lúdicos. La música, las artes plásticas, la escucha y creación de cuentos o las artes escénicas se convierten en las herramientas de una terapeuta que deja de poner el foco en la conducta o consecuencias de lo disfuncional y pone la mirada en el origen, en la esencia de ser niño/a, en las necesidades esenciales de la infancia y en la parte sana de la persona que viene a consulta (cualidades, dones, capacidades, sueños o deseos y aptitudes).

De esta forma se desarrolla la inteligencia emocional vinculada al hemisferio derecho del cerebro, y se consiguen, entre otros, los siguientes beneficios:

    • Se mejora la autoestima.
    • Se minimizan los problemas de concentración.
    • Se reduce la irritabilidad.
    • Mejoran los síntomas de timidez ó vergüenza, y las dificultades en la expresión o comunicación.

 

Por ello, de manera natural y respetuosa (sin realizar diagnósticos ni poner etiquetas, sin tener que acudir a profesionales de la salud mental y sin tener que medicar al niño/a) se corrige la conducta, el/la menor se reequilibra y encuentra un sentido a su razón de ser.

Las sesiones de Arteterapia se desarrollan dentro de un encuadre de respeto, confidencialidad, libertad de expresión y creatividad. No se requiere ninguna aptitud artística por parte de la persona que acude a la consulta, pues el objetivo no es el aprendizaje de contenidos técnicos sobre las artes. La finalidad es terapéutica, y por ello se le brinda al niño/a un espacio y un tiempo sin exigencias, sin juicios, sin evaluaciones ni etiquetas, sin tener que rendir ni ser eficiente, sin tener que hacer algo concreto. En definitiva la Arteterapia funciona como terapia infantil porque al niño o a la niña se le permite Ser como tal.

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Para más información puedes acceder al siguiente enlace

 

NUEVA EDICIÓN TALLER MONSTRUOS EN EL ARMARIO

niño soñando con monstuos

niño soñando con monstuos

El jueves 29 de octubre ofrecemos una nueva edición de este taller monográfico dedicado al miedo en la infancia y destinado a madres, padres y educadores/as que quieran adquirir recursos creativos para ayudar a sus niñas y niños a superar y trascender sus miedos.

Hablaremos sobre el valor de los cuentos infantiles: cómo y qué tipo de cuentos podemos utilizar para gestionar los miedos, y ofreceremos algunas estrategias básicas para poderlas aplicar en la práctica con los niños/as.

Se acerca Halloween y parece que es obligado que nos gusten las historias de miedo y los monstruos. Sin embargo hay muchos niños que, lejos de parecerles atractivas las brujas y los fantasmas, siguen mirando debajo de su cama por la noche a ver si hay algo u alguien escondido.

El miedo muchas veces es irracional y camina por los raíles del tren de la fantasía, otras veces es tan real como el temor a que un virus nos enferme, a que alguien nos acose o  a no cumplir las exigencias del sistema escolar o las expectativas de nuestros seres queridos . Todos estos miedos se pueden afrontar con luz y con amor, y sobre todo con el lenguaje simbólico de los cuentos y las historias, que, como un faro en el inconsciente y en la oscuridad, nos alumbran y nos muestran modelos a seguir.

Las plazas (por motivos de seguridad -Protocolo COVID-) son muy limitadas. Para más información e inscripciones entrar en el siguiente enlace:

http://www.educarenemocion.com/taller-monstruos-armario

Cinco Claves Básicas para acompañar las emociones de los niños/as

Madre e hijo caminado por la playa
Imagen de Shanghai Stoneman en Pixabay
Imagen de Shanghai Stoneman en Pixabay

Hace unos días una amiga me pidió que me quedara un par de horas con su niña de tres años, de nombre J. Durante la primera hora leímos cuentos, pintamos con ceras de colores y cantamos alguna canción que otra. Todo iba sobre ruedas: la niña pareció encontrarse y encontrarse con gusto, relajada en mi compañía, a pesar de que sus dos principales figuras de apego (papá y mamá) no se encontraron en casa.

Sin embargo, suele suceder con los niños/as que esta calma y tranquilidad, este sosiego, en un santiamén a causa de cualquier incidente mínimo puede irse por completo al traste, ya que las emociones son pasajeras y los estados de ánimo también . Si a esto añadimos que además de transitorias posee una cualidad contagiosa , puede que en un momento nos encontremos adultos y niños en el centro de una vorágine de emociones, desde el asombro que causa el impacto de un evento, al miedo o pánico del niño, el llanto incontenible, o bien el enfado y la frustración porque la necesidad de reparación a veces no puede ser cubierta inmediatamente.

En este caso con J. ocurrió que al ir al baño se propinó un pequeño golpe en la mano. Os transcribo la escena tal como sucedió a partir del percance:

─J. (Con tono un poco contrariado) ─¡Me he dado aquí! (Señalando su mano)

─Carmen ─A ver… (Inspeccionando la zona con atención y viendo que no tenía ninguna herida o hematoma) ─Esto no es “ná”. No ha pasado nada.

─J. (Con tono de voz más alto) ─¡Me dueleee!

─Carmen (sintiéndose ya un poco nerviosa y pensando que a ver si la niña se había hecho algo y no lo estaba viendo) ─Pues yo no veo nada, a ver ¿Dónde es, aquí? ─(Acariciándole la manita, intentando aparentar tranquilidad)

─J. (Gritando) ─Me dueleee. ¡Ponme vitaminas!

─Carmen (en modo pánico, pensando “¿qué quiere decir “vitaminas” y dónde está el botiquín?”) ─¡No pasa nada, mira, no te has hecho nada!

─J. (Con tono rozando ya la histeria) ─¡Vitaminas! ¡Ponme las vitaminas!

En este momento cuando ya pensaba “todo está perdido”, de repente esa intuición o sabiduría profunda que en ocasiones emerge cuando la mente lógica enmudece, me hizo reaccionar proclamando a gritos más fuertes que los suyos:

─¡Pataclín, pataclán, con mis poderes mágicos te curarás! ─Realicé un teatral gesto con los brazos sobre su manita “herida” y terminé la mini función con un discurso triunfal: ¡Ya estás curada!

La niña me miró totalmente pasmada. Antes de que pudiera reaccionar, le susurré a modo de revelación: “Es que yo tengo poderes mágicos, pero no se lo digas a nadie, es un secreto”. ¡Shisst!

J. replicó imitando el susurro ─¿Poderes mágicos?─ Enseguida entablamos una pequeña charla en voz muy baja, sobre los efectos de la magia ─¿A que ya no te duele? ─Le pregunté.

La niña cambió la expresión de su rostro que se fue iluminando paulatinamente, pasando del asombro a la alegría. Al final se lanzó a darme un efusivo abrazo.

─¡Ya no me duele! Carmen ¡Ya no me duele!

Las dos nos reímos mucho, descargando la tensión de los momentos previos. Al poco rato a ella se le había olvidado el incidente y pudimos pasar a otra cosa.

¿Qué había ocurrido aquí? Está claro que aunque el golpe en la mano había sido real, a nivel físico no había provocado consecuencias; sin embargo la niña había relacionado ese pequeño impacto y el dolor consecuente con una necesidad emocional de reparación, de contacto y de ser cuidada por la persona que en ese momento estaba a cargo de la situación: yo.

Si yo hubiera seguido en mis “trece” de convencer a la niña de que no pasaba nada, que no se había hecho nada, y que no había que buscar medicinas para curarla, seguramente la situación se hubiera complicado mucho más.

Aunque no podemos dar recetas universales y absolutas para este tipo de situaciones, ya que cada niño y niña es como un pequeño universo con sus propias reglas, sí que podemos inferir algunas enseñanzas básicas de esta experiencia:

1.- Acompañar las emociones de otra persona (ya sea adulta o niña) significa darle valor y veracidad a su experiencia (lo entendamos nosotros desde nuestro punto de vista o no). En el caso de los niños puede ser que un dolor o un malestar, una queja o una incomodidad sean una llamada de atención. Y… ¿Para qué llamamos la atención los seres humanos? Para obtener atención. Obtener atención es conseguir que el otro nos mire, nos escuche, nos reconozca, sentir que al otro le importamos, en definitiva sentirnos cuidados, valiosos y amados.

2.- Las llamadas de atención son una manera de solicitar cariño ¿Cuánta atención necesitamos las personas, los niños y niñas concretamente, para sentirse queridos? Un profesor muy sabio que tuve de Psicoterapia Gestalt comentó un día en mi grupo que existen tres tipos de personas en el mundo:

A. Las personas que necesitan cariño.

B. Las personas que necesitan mucho cariño.

C. Las personas que necesitan cariño pero no saben que lo necesitan.

Esto quiere decir que el amor es una necesidad universal. Las niñas y niños necesitan el cariño que necesitan, lo cual se traduce en escucha, atención, cuidado y sostén. No significa sobreprotección del niño/a ni tampoco estar pendiente de cumplir todos sus deseos al momento, pues es una cualidad del amor el poner límites cuando es necesario para desarrollar poco a poco la tolerancia a la frustración.

3.- Las necesidades emocionales se cubren con inteligencia emocional, no con objetos, regalos o experiencias materiales. Dentro de las competencias emocionales básicas se encuentran las habilidades sociales y de comunicación: Saber escuchar; tener empatía (ponernos en el lugar del otro) y ser asertivos. La inteligencia emocional se encuentra estrechamente relacionada con la creatividad y el desarrollo del hemisferio derecho del cerebro que regula los procesos intuitivos.

4.- Tener empatía con el niño/a no significa contagiarnos de y confluir con su emoción, olvidándonos de nuestro centro y equilibrio, pues al final podemos acabar sintiendo  su mismo enfado, tristeza, miedo o frustración.  Desde estas emociones es muy difícil ver con claridad y acompañar con serenidad al otro. Cuando podemos conectar con una respuesta creativa ante una situación difícil es cuando estamos centrados/as en nosotros/as mismos, con la conciencia y confianza de que nosotros somos los adultos y vamos a encontrar la mejor solución posible.

5.- Utilizar el lenguaje metafórico, la imaginación y la fantasía es hablar en el “mismo idioma” que los niños/as. Muchas veces como adultos nos empeñamos en dar respuestas o explicaciones lógicas y racionales, con la esperanza de que nuestra niña o niño así va a comprender y a darle sentido a las vicisitudes cotidianas. Esto no es así. Los niños tienen necesidad de magia porque su cerebro aún no está preparado para las respuestas lógicas. La forma que nosotros tenemos de poder comunicarnos en ese lenguaje es recordar que una vez fuimos niños también, que esos niños que fuimos aún permanecen como parte esencial de quienes somos, dentro de nosotros. Contactar con nuestros niños interiores es la puerta más directa a la fantasía, la imaginación y la cercanía emocional con nuestros pequeños/as de hoy.

LA HISTORIA INTERMINABLE Y EL VALOR TERAPÉUTICO DE LOS CUENTOS

Fotograma de La historia interminable
Fotograma de La historia interminable
Fotograma de La historia interminable

Cuarenta y un años después de la publicación de “La historia interminable” por el escritor alemán Michael Ende, la realidad de la que parte el libro no puede estar más vigente en la actualidad. En efecto, Bastian, el protagonista, es un chico de once años que lleva una vida solitaria por la falta de comunicación con su padre, a raíz de la pérdida de su madre; no parece tener amigos, y además es víctima de acoso escolar. El personaje descrito en el libro, mucho más que en la película que se estrenó años después, es un niño tímido, vulnerable, con tendencia al aislamiento y con bastante miedo al mundo.

Esta novela, que para mí y para muchos, es una obra de arte de la literatura infantil y juvenil, nos habla de manera metafórica de los procesos de transformación de las personas; del viaje iniciático del ser humano que emprende un camino y tras ir enfrentándose a pruebas y superarlas, va adquiriendo conocimiento, fortaleza, seguridad y autoestima.

El mayor valor, sin embargo, que para mí posee este libro, es el de mostrar a un niño protagonista que es en apariencia débil, poco agraciado, y que sufre la persecución de unos acosadores que son sus iguales, algo que actualmente por desgracia está a la orden del día en nuestros centros de Educación Primaria y Secundaria. La chica o el chico que se acerque a este libro y lea las aventuras y desventuras de su protagonista, y además se encuentre transitando por una etapa semejante a la suya, podrá alumbrar la esperanza de que las circunstancias de la vida pueden cambiar, de que ella o él tienen la posibilidad de transformarse,  al igual que Bastian, y resolver sus conflictos o dificultades, recuperando la autoestima, la seguridad, la confianza y la valentía para afrontar los problemas.

El valor terapéutico de los cuentos y de las historias  estriba en que los lectores, grandes o pequeños, se identifican con los personajes, sobre todo con los protagonistas, con los héroes y heroínas, al igual que Bastian mientras leía escondido en el desván se identificó con Atreyu, el niño guerrero de piel verde, a quien la Emperatriz Infantil encargó la misión de salvar a Fantasía de la inexorable Nada.

Si Atreyu puede salvar a su mundo de la Nada que parece estar destruyendo el país de Fantasía, Bastian también podrá salvar su pequeño mundo del vacío que supone la ausencia de su madre, y la ausencia de un padre que también transita el duelo. Si Atreyu puede encontrar amigos en el camino que le ayudan a vencer las dificultades, Bastian también los puede encontrar, quizás aprendiendo a acercarse a los demás y a pedir ayuda.

De este modo Atreyu le sirve a Bastian de modelo a seguir, al darse cuenta que el héroe continúa con la misión encomendada a pesar de perder a su mejor amigo en el Pantano de la Tristeza, a pesar de que parece que la solución está muy lejos, y a pesar de que la Nada avanza sin remisión.

Al igual que Bastian se transforma integrando y asimilando las cualidades de Atreyu, el niño o la niña que lee “La historia interminable” se acaba identificando con Bastian, el verdadero héroe y protagonista, quien salva finalmente a Fantasía y a sí mismo de la falta de sentido, del dolor y de la ausencia.

Está claro que no hay recetas únicas cuando se trata de apoyar a una niña o a un niño que pasa por un duelo, es víctima de acoso, sufre inseguridad, o baja autoestima. Las historias de por sí no son varitas mágicas que resuelven todos los problemas, pero sí pueden aportar montañas de granitos mágicos: confianza, ilusión, alegría, comprensión de los problemas desde otros puntos de vista, y esperanza de que “yo” puedo ser igual que este personaje del libro, que ha resuelto sus dificultades y ahora vuela alto y seguro por el mundo.

NECESIDAD DE MAGIA

elfos

elfos

Estos días atrás he leído en la prensa que el Ateneo de Sevilla tiene de plazo hasta octubre para decidir si sale la cabalgata de Reyes Magos en enero, a causa de las medidas de seguridad por el COVID. Después de todas las ferias y fiestas suspendidas desde el inicio del estado de alarma, podemos pensar que ésta es una más y que es lo mejor para prevenir contagios y cuidarnos todos/as. Sin embargo, a mí se me encoge el corazón pues la fiesta de Reyes Magos es, en el año, de las más entrañables para miles de niños y niñas en nuestro país.

Cierro los ojos un momento para evocar cómo me sentía yo cuando era pequeña los días previos y el mismo día de la Cabalgata, pensando que venían los Reyes y que entrarían a casa a dejarme regalos. Todavía recuerdo la ilusión, los nervios y la alegría incontenible de aquellos días de Navidad. Sin embargo, aunque el tema de los juguetes o de si realmente me traerían lo que había pedido ocupaba gran parte de mis pensamientos, lo que de verdad me cautivaba era la MAGIA… La magia de que unas personas fueran durante una sola noche por todos los hogares del mundo dejando regalos a los niños. Era impresionante que algo así ocurriese. La vida se llenaba de color y fantasía y mi imaginación volaba muy, pero que muy alto.

Hay personas que piensan que a los niños hay que decirles la verdad y toda la verdad de la vida, con lógica y razonamiento; así no se llevarán decepciones, así no les mentimos. Sin embargo, como explica magistralmente el psicólogo y psiquiatra infantil Bruno Bettelheim: “Las explicaciones realistas son, a menudo, incomprensibles para los niños, ya que éstos carecen del pensamiento abstracto necesario para captar su sentido. Los adultos están convencidos de que, al dar respuestas científicamente correctas, clarifican las cosas para el niño. Sin embargo ocurre lo contrario: explicaciones semejantes confunden al pequeño, le hacen sentirse abrumado e intelectualmente derrotado”.

Este párrafo pertenece al capítulo “El niño tiene necesidad de magia” perteneciente al libro “Psicoanálisis de los cuentos de hadas” del citado autor. Sí, no puedo estar más de acuerdo: Desde luego que el niño/a tiene necesidad de magia, y hoy más que nunca. Podemos transmitírsela si también nosotros, los adultos, conectamos con ella, pues existe una dimensión mágica de la vida, a la que todos/as podemos tener acceso a través del juego, el arte, la creatividad, la capacidad de imaginar, y la percepción sensorial.

Las niñas y niños tienen un acceso más inmediato y directo a esa dimensión, pues no están contaminados por las creencias, prejuicios y preocupaciones acerca del futuro, como nos ocurre a los adultos/as. En la etapa infantil los seres humanos utilizamos mucho más el hemisferio derecho del cerebro (relacionado con la imaginación, la fantasía, la creatividad y los procesos intuitivos) y en consecuencia vivimos más conectados con la magia. Esta conexión forma parte de los fenómenos que se producen en la zona intermedia de experimentación entre la zona interna y la externa de la psique humana. En dicha zona es donde se despliega el juego, la fantasía, y la capacidad de soñar y crear. En ella, los niños y niñas experimentan, y van llevando a cabo aproximaciones a la realidad, aprendiendo a tolerar la frustración y a adaptarse al mundo.

Volviendo al tema que nos ocupa, la fiesta de Reyes Magos no es significativa para los niños y niñas por el número o calidad de los regalos o juguetes que les “caen del cielo”. Este día es importante para ellos porque directamente está relacionado con la magia, con la ilusión y con la fantasía, nutrientes básicos para el desarrollo y la salud infantil.

Este año seguramente nos va a tocar explicar a las niñas/os por qué no tendremos cabalgata, por qué no podremos ir a recibir a los Reyes que vienen de Oriente como otros años. Invito a los adultos/as, a los maestros, educadores, padres y madres, a desplegar su capacidad inventiva para encontrar una explicación hermosa con final feliz, a través de algún cuento o historia. Invito a no transmitir miedo, sino amor, confianza y seguridad. Nuestros niños y niñas necesitan magia: ilusión y fantasía. Me atrevo a decir que los adultos/as también, pues solo con dosis de imaginación y creatividad, se pueden producir destellos de comprensión, y encontrar soluciones y caminos nuevos en las crisis. Este es el desafío que nos ocupa. Mucho ánimo a todas y todos.

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