Con el desarrollo de la inteligencia emocional a través de la Educación o de procesos formativos o terapéuticos, podemos:
- Aprender a identificar nuestras emociones y darnos cuenta de su repercusión en el plano físico y mental.
- Desarrollar o ampliar nuestro vocabulario emocional (poder ponerle palabras a cualquier sensación, emoción o sentimiento)
- Expresar cualquier dificultad o conflicto que experimentemos, superando sentimientos como la vergüenza, la culpa o el miedo.
- Desarrollar la resistencia a la frustración, aceptando que no siempre en la vida podemos tener todo lo que queremos.
- Adquirir recursos para gestionar los enfados y conflictos.
- Desarrollar la empatía (capacidad de ponernos en el lugar de otras personas).
- Desarrollar la asertividad: capacidad de expresar ideas, sentimientos o deseos, sin invadir ni agredir a los demás.
- Adquirir o mejorar habilidades sociales para poder crear y mantener relaciones saludables en la esfera pública y privada.